Tu no estás, te vi subirte al tren
Sin notar que me estabas dejando sin alma,
Como siempre.
Y pasarían cuatro días sin brillo ni nostalgia,
Cuatro días de nada.
Hago el amor, leo la naranja mecánica,
Vuelvo a hacer el amor y lavo mil pañales,
escribo informes descarriados, desarrollo protestas,
y me dedico a la ardiente mermelada de mora.
Los chicos de la escuela se vuelven peligrosos,
rompen las ventanas para trepar
a la olorosa copa del rosado damasco,
que impregna de sabores sus boquitas hambrientas.
Bajo la sombra tendida sobrellevo la tarde
De un verano reseco,
en este pueblo de dura cordillera.
Sumerjo a mi niña en la frescura,
En el canal que cruza por los huertos.
Ella alcanza a tocar el fondo con sus manos,
Misterioso tapiz de algas oscuras,
Y ríe entusiasmada sin que yo pueda
Compartir su alegría.
Todo es igual, todo se teje cada día
Con la misma puntada,,
En esta vida simple de maestra pequeña.
Pero el aire del norte
Golpea en el recuerdo, gira la tarde,
Manos indiscretas abren el calendario
y me señalan cuatro días.
.
Los tigres se despiertan,
Todo se va llenando de aventura,
Tu llegarás mañana y habrá tanta diversidad,
Tanto matiz que no podré contener
En mi pequeña cuenca provinciana.
Ena Riutort Cadot
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